El kiwi es un fruto de forma ovoide, de tamaño variable y recubierto de una piel fina de color marrón, ligeramente vellosa. Puede tener de 4 a 7,5cm de longitud por 3,5 a 5cm de anchura y el peso varía de 30-150g en función de la variedad, las condiciones climáticas y del sistema de cultivo. La pulpa puede ser de color verde de distinta tonalidad según la variedad, tierna, jugosa y de sabor agridulce. Presenta numerosas y pequeñas semillas negras comestibles. El color de la pulpa y el sabor delicado de la misma que recuerda en parte a la uva, a la fresa y a la piña, lo hacen muy agradable.
El kiwi se consume en fresco como fruta, en macedonia, ensaladas o acompañando a diferentes platos. Para consumirlo como fruta puede pelarse entero o bien partirlo por la mitad y comerlo a cucharadas. Contiene una enzima llamada actinidina que degrada las proteínas, razón por la cual, se puede emplear para ablandar la carne antes de cocinarla y así reducir el tiempo de cocción, frotando ésta con la pulpa del fruto. Además, la actinidina evita la coagulación de la gelatina y, asimismo, es la responsable de que los productos lácteos, si se consumen mezclados con kiwi, presenten un sabor amargo. También se puede cocinar el kiwi, rehogado con mantequilla, a modo de salsa agridulce, como guarnición para platos de carne. Se pueden elaborar mermeladas, sorbetes, granizados, productos de repostería e incluso licores con o sin alcohol.
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